domingo, 19 de diciembre de 2010

LOBAS DE MAR: ¡Al abordaje!


No pensaba escribir aquí sobre este libro, porque jamás imaginé que tuviese algo sáfico, ¿quién se puede imaginar que cualquier novela que agarra terminará teniendo un escarceo tortón en sus páginas? Sin embargo, lo voy a hacer también por otra razón: casualidad… ¿destino?

En realidad me causa gracia cuando se presenta alguna de esas casualidades que no se pueden explicar, como por ejemplo cuando lees sobre un tema desconocido y dos o tres días después escuchas alguna mención descolgada sobre ese tema… O cuando aprendés una palabra nueva, la escuchas, la buscas en el diccionario, ahora sabés su significado y de repente, ¡pum!, la escuchas en los días subsiguientes como cuatro o cinco veces. ¿Es casualidad? ¿Es destino? Si no hubieses sentido curiosidad y no hubieses encontrado su significado, ¿aún así habrías reparado en ella luego? ¿Me entienden? Probablemente no…


En fin, esto viene relacionado a mi fascinación por Dianna Agron… ¿eso sí lo saben, no? En fin, las que conocen un poco sobre la vida de la actriz que le pone el cuerpo a Quinn Fabray en Glee, sabrán que tiene unos gustos un poco peculiares: sí, fantasmas, Christopher Walken, la ropa fea y floreada, música indie, antiguos musicales, y además, ¡los piratas! Sí, piratas. Algo que a mí jamás me llamó la atención, pero bueno… Lo que sí me viene gustando hace tiempo es la escritora cubana Zoé Valdés, que es una artista bastante particular, y sé que su forma de escribir no gusta a todo el mundo, sin embargo hay algo en su prosa que sí me atrapa. Yo ya les hablé de ella hace tiempo por su novela de tintes lésbicos llamada Querido Primer Novio, ¿se acuerdan?

En fin, mi adorado mecenas (léase: Padre metrosexual que se queja desde que soy pequeña que lo único que hago es leer, pero que me sigue regalando libros) me compró dos libros de esta autora que ahora vive en Paris, y que cambia de temática y de forma de escribir de una manera bastante sorprendente, pero algo que no se agota en su carrera es precisamente el ansía por la investigación, algo ultra necesario para escribir la novela de las que le quiero hablar, aunque claro que sus detractores, además de criticar su supuesta pobreza estilística, también aseguran que las fallas temporales y geográficas abundan en este libro de 2003.


Ok, la cosa es que acabo de terminar Lobas de Mar, uno de estos dos regalos, y pienso que no hay un mejor regalo para Lady Di (quizás para Hanukkah) que encontrar una copia traducida de esta novela, porque conjuga dos de sus grandes pasiones: los piratas y las mujeres. Ooops! Bueno, lo de las mujeres se me chispoteó, pero venga, ¿a qué niña cuando era pequeña no le hubiese gustado tener como ejemplo a una intrépida mujer pirata más que al sucio Barba Negra o a alguna Barbie aburrida y anoréxica? Estoy segura de que Dianna hubiese crecido feliz imaginando estas historias (quizás lo hizo, después de todo las protagonistas de esta novela son angloparlantes, aunque generalmente se habla de ellas únicamente como las amantes de los piratas y no como líderes o luchadoras).

Reitero: nunca me gustaron las historias de piratas, pero claro que no conocía piratas femeninas, así que en cuanto leí el argumento, enseguida llamó mi atención.

Lobas de Mar sigue las vidas separadas de dos mujeres reales que estuvieron a la altura de los más peligrosos corsarios, de esos que mantuvieron en vilo las aguas del Mar Caribe allá por la época de la colonia, entre los siglos XVII y XVIII. Pero claro, ser mujer no era una alternativa si querías treparte a un galeón y robar algún bergantín europeo, entonces, ¿qué otro remedio que transformarte en hombre para luchar codo a codo con los demás piratas?


Claro que las vidas de Mary Read y Ann Bonny (más conocida como Bonn) no son tan simples ni tan aleatorias, y si terminaron en algún punto cruzándose es porque sus familias, sus problemas y sus historias pasadas las empujaron a las guerras y a la mar y, claro, también a escapar de su pasado subiéndose a un barco y olvidándose de que lo dejaban atrás.

Travestidas lograron alcanzar sus sueños y quizás morir por ellos. A la par de los hombres, enamorándose de ellos, dejándose usar y también usando a los demás, llegaron a terminar en la misma cama, lo que me ha sacado una sonrisa, porque ¿quién se lo esperaba? Dos mujeres vestidas como hombres que se cruzan en un bergantín y terminan encamadas… ¡Fue un sueño! Of course, no hay pruebas de esto, es solo un rumor el hecho de que además de aventuras de piratas también sean aventuras sáficas, pero Zoé Valdés se aferró a esta idea y la extendió por algunas páginas, y yo por supuesto también me cuelgo de estos conocidos rumores.


El libro seguramente no será para todo el mundo, insisto en que la habanera Valdés es una escritora muy particular, que si bien aquí no echa mano al realismo fantástico del que tanto gusta, tiene ciertas formas de narrar que a veces son engorrosas y demasiado descriptivas (en especial las partes sexuales), pero la riqueza sensorial de sus palabras muchas veces logran trasladar al lector al mismo escenario de la historia.

No estoy recomendando Lobas de Mar, solo pasándoles el dato, más allá del momento sáfico que no dura demasiado, es interesante conocer una historia real y, claro, ficcionada por otra mujer, de la vida de dos mujeres que supieron ser distintas y que con astucia, fiereza y muchos ovarios, ocuparon espacios que solo estaban reservados para los hombres.




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